Desvelos en el alba

cuando se nos agota la lumbre de la juventud. * * * ¡ Cuántas angustias y cuántos esfuerzos y cuántos sacrificios pa– ra descubrir, al fin, que no somos nada! * * * Antes, yo estaba convencida de que era portadora de un mensaje único, y que mi vida no tenía otra razón de ser, ni otro objetivo que expresarlo. Pero un día porque amaba, y otro porque sufría, y otro porque tenía que ganar el sus– tento, lo fuí posponiendo ... ma- ) 110 (

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