Literatura chilena en el exilio
- 18 o deberes morales-; a la segunda, supeditada a la responsabilidad de dar cuenta de su circunstancia inmediata, concebida en términos-de la sitúa ción conmovedora de sus respectivos países o las respectivas comunida - des desterradas, la distinción, el hecho de que seamos percibidos de es tas dos maneras, viene de que la suerte, por así decir, nos ha conduci do a dos receptores diferentes: los primeros han sido -a conceer. en un público motivado por una curiosidad .estrictamente literaria -público qué!en los países anglosajones y nórdicos se reduce- a sus,sectores más cultos o especializados- a través del sistema editorial convencional, en tanto que los segundos nos hemos introducido por una brecha: constre fiidos por la urgencia de'denunciar las situaciones que nos tocó vivir, hemos sido prioritariamente divulgados por un sistema editorial más o menos comprometido en un público motivado en lo esencial por causas po líticas y humanitarias, en' un sector de la sociedad europea solidario con los dramas de nuestros respectivos países". Esta descripción que hace aquí Valdés' de la existencia de diferentes circuitos editoriales, de distribución, de consumo y de público, lo lie va finalmente a ccntrap)oner el lector especializado al lector política mente interesado (que. rpuede ser un connacional en el exilio también). Einalmente, cuando el' escritor exiliado empieza a participar en la so - cie'dad que le tocó en suerte, la,situación se hace aún más compleja,por las reacciones que;-puede desencadenar. Ccncluye- Valdés su,-artículo- diciendo: "Cuando nos situamos en el plano de víctimas o denunciantes de situacio nes políticas específicas despertamos la adhesión.o compasión de unos, pero que cuando, volvemos a situamos en el simple plano de. escritores, sin apelativos patéticos, despertamos ya sea el desconcierto, ya el re celo de los unos y los Ciros".
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