Sujeto social y proyecto histórico en la dramaturgia chilena actual
una filosófica mirada del mundo que la atraen. Paulatinamente, los roles se van readecuando. Eva manifiesta la soledad de su vida, el absurdo de sus pequeños hábitos y con ductas cotidianas. Merluza comienza con una relación de subor dinación hacia ella, lava los platos, encera la casa, le hace el desayuno, pero actúa con violencia contenida cuando Eva no obser va. Luego, empieza a mostrar sus saberes y habilidades múltiples, incluso, su dominio de los rituales sociales más refinidos (coci na y sirve de acuerdo a las normas de la alta cocina francesa,co noce los estilos y formas de los mobiliarios más elegantes, goza con un baño perfumado)-. Después de exhibida su competencia en términos de la cultura establecida burguesa, empieza a plantear su estética y su posición, las que conllevan una violenta des - trucción del orden establecido: mata al canario al que odia por la pasividad con que acepta la protección del ama a cambio de estar preso en su jaula; rompe la artesanía que Eva ha hecho y la reemplaza por sus flores y figuras burdas de papel, etc. Fi nalmente, decide hacer el mobiliario más sublime, pero de hecho destroza sistemáticamente todos los objetos de la casa, sin que nada se escape. Eva lentamente, casi hipnotizada, va entendiéndole y aceptándo lo. Incluso le ofrece su amor que él no toma, ya que le pide una entrega más total. Eva observa, entre angustiada y toleran te, la paulatina destrucción de su mundo. Nunca se opone ni lu cha por conservar sus cosas; al contrario, con su prop ia mano le entrega a Merluza el martillo y las herramientas para que rea lice la construcción-destructiva. Finalmente, es el propio vestido de novi a de Eva, que ella ha conservado como símbolo de sus máximas ilusiones, el que es ro to en jirones. Vestidos con trozos de él, salvo el velo que permanece intacto, se toman de la mano y se encaminan a las o- rillas del río, sin siquiera mirar lo que dejan atrás. Ya ca si son incapaces de hilar el lenguaje. Han vuelto a un estadio de despojo de lo que se entiende por civilización, pero se han fundido ambos en lo esencial. Como muy bien expresara J.A. Pi fia en el prólogo a las obras de Volff, es la confluencia entre la destrucción y la esperanza. Es la institucionalidad burgue sa la que aquí se destruye, en cuanto modo de vida capaz de dar real felicidad.
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