Notas sobre autoritarismo y lectura en Chile
sos educativos, comunicativos y de opinión pública y que se hacen de este modo carne en la conciencia social. La cultu ra del miedo convierte a Neruda en un autor casi clandestino, en un poeta de catacumbas, en que debido a un cierto clima y entorno el lector toma conciencia de que éstá accediendo a lo prohibido. Esta conciencia de lo prohibido genera en los re ceptores un horizonte de espectativas ideológico-literarias, un vacío de significación que tiene que ser llenado, presupo siciones que en definitiva tienden a reafirmar en la lectura un ethos político en desmedro de otras dimensiones de la obra. La desarticulación de la cultura política y la despolitiza ción de la esfera pública predisponen a los lectores a una estética del guiño, a una sensibilidad sobreexitada en rela ción a aquellos aspectos de la obra de Neruda que en la pri vacidad de la lectura puedan compensar las voces o mediacio nes excluidas de la sociedad. Al hablar de estas prefigura ciones y de estos mecanismos de compensación, postulamos que ellos constituyen --en el contexto de la ruptura histórica— formas de conciencia que son compartidas por una amplia comu nidad de lectores, y que por lo tanto se traducen en respues tas comunes a los textos del poeta. Podría argumentarse que estas presuposiciones no son nuevas, que ellas existían antes de 1973 y que más bien obedecen a direcciones de sentido ya previstas en los textos de Neruda. Desde el punto de vista de su virtualidad significativa, hay que convenir, empero, que la obra Nerudiana — como todo tex to literario-- no es vocera de un solo sujeto social o de u- na sola ideología, sino que en ella coexisten y se articulan una pluralidad de discursos (el de su época, el de las co - rrientes literarias que lo influenciaron, el de sus referen
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