Notas sobre autoritarismo y lectura en Chile
En cuanto a Neruda su muerte aunque no fue causada directamen te por los acontecimientos de septiembre, fue sí acelerada por ellos. En circunstancias hasta el día de hoy no esclarecidas su casa de Santiago fue saqueada, y la de Isla Negra — que es taba a nombre del Partido Comunista— confiscada. Su entie rro careció de las mínimas garantías, como también los home najes que se le rindieron en años posteriores. Con respecto a su obra, durante la primera etapa parte importante de ella dejó de estudiarse y de circular. No se permitió el ingreso al país de Confieso que he vivido, memorias que habían sido editadas poco después del golpe en España. Y en 1977, cuando empezaron a circular en Chile, El Mercurio y otros periódicos promovieron versiones según las cuales ellas habían sido adul^ teradas. Como parte de esa camparía el mismo matutino publi có un artículo con el nombre de una obra de Juan Ruiz de A- larcón "La verdad sospechosa". Las connotaciones valóricas hacia la obra de Neruda que implicaba este clima de amedren tamiento adquirieron — en medios comunicativos férreamente controlados— el rango de opinión pública. Podríamos abundar en ejemplos de restricciones y de control por parte del Estado y de los aparatos ideológicos adscritos al régimen (Televisión Nacional, etc.). Lo que importa, sin embargo, es remarcar que el estrechamiento del ámbito cultu ral se dió con particülar énfasis en la etapa de negación y e n ñ o s anos inmediatos al golpe, y que ello trajo consigo un cambio en lós códigos de recepción y en las condiciones en que se genera y se produce la lectura. En el caso de Neruda esto se traduce en una serie de presuposiciones que preparan el camino -para la lectura de su obra en términos de poesía subrepticia. Son presuposiciones que circulan en los proce-
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