Ciudades y arquitectura portuaria: los puertos mayores del litoral chileno

En el recuento de la historia urbana de cada uno de los enclaves marítimos abundan, junto a los nacionales, los extranjeros que fueron gestores directos de empresas comerciales e industriales, de las obras de ornato y progreso de las ciudades, de la constitución de entidades educativas, sociales y de beneficencia. La observación objetiva del clima y la topografía, la inexistencia de una tradición construc– tiva, la disponibilidad de materiales producidos industrialmente, las distintas exigencias funcio– nales y la capacidad artesanal de los carpinteros de mar encauzaron a la arquitectura portuaria en una dirección diferente a la de las ciudades del interior. Un nuevo lenguaje espacial, formal y constructivo, de tabiquerías de madera y cubiertas de fierro galvanizado (zinc), arraigó en la vivienda culta y popular de planimetría compacta, sin patios, capaces a la vez de abordar con soltura los desniveles y las sacudidas sísmicas. Como contrapartida, quedaron sin resolver los peligros de los incendios y el silencioso trabajo de las termitas. Dado que el movimiento portuario concentraba fuertes capitales y cantidades apreciables de mercaderías que era necesario proteger de estos males, tanto en las primitivas estructuras de adobe como las posteriores de madera se reemplazaron en muchos casos por edificios de albañilería, asentados en los sectores centrales y los cercanos al puerto. La coexistencia de tipologías de distinta materialidad fue un rasgo característico del paisaje urbano del litoral. Tanto o más particular fue también la simultaneidad de a lo menos dos espacios públicos abiertos en el tejido urbano portuario. La plaza de la aduana con la capitanía de puerto y el muelle de pasajeros en el borde de mar, repitiendo además a pocas cuadras el equivalente en la plaza principal de las ciudades indianas, con las intendencias , catedrales, municipios y comercio que las flanquean . Tal como lo muestra el material iconográfico, la integración armónica en un solo ente urbano y arquitectónico de los sectores residenciales y portuarios de las ciudades del litoral que existían hasta mediados del siglo XJX experimentó un deterioro progresivo en sus últimas décadas, debido a las exigencias del progreso industrial. Un ejemplo recurrente en este sentido fue el tendido de los ferrocarriles, que seccionó virtualmente el espacio urbano en su obligación de alcanzar con los bienes o productos transportados hasta el borde mismo de mar. Un proceso poco afortunado que alcanzó su clímax en Antofagasta, Coquimbo y el mismo Valparaíso, entorpe– ciendo la fluidez de las relaciones sociales y la integración visual y por lo tanto sensorial de los habitantes, con el contexto de su hábitat geográfico. Hacia 1920-1930 los factores de identidad urbana y arquitectónica tienden a desaparecer en busca de una imagen más progresista, pero también más anodina: la de la masificación. Este desequilibrio parece haber alcanzado un punto de saturación que trabajos de esta naturaleza, destinados a discernir lo tradicional y permanente de los tejidos urbanos, pueden contribuir a modificar. A medida que la investigación acumuló antecedentes, se consolidó la impresión de que no sería posible abarcar sino una síntesis global del material reunido que permitiera verificar la hipótesis de la existencia de una arquitectura portuaria tradicional en el litoral chileno. Si se considera que este objetivo se ha alcanzado, ello no significa obviamente que el campo esté agotado. Existen otros posibles ángulos de análisis como también ejemplos puntuales, que por razones de espacio y estructura de este texto , o incapacidad para identificarlos, no han sido integrados a esta publicación. No fue posible incluir en definitiva las caletas y algunos puertos menores, otorgando prioridad a los centros urbanos de mayor actividad y población. El listado definitivo de los puntos 10

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