Ciudades y arquitectura portuaria: los puertos mayores del litoral chileno
Presentación Verificar la posible existencia de un urbanismo y de una arquitectura del litoral como una de las respuestas regionales arquitectónicas chilenas fue, desde sus primeros pasos, el objetivo final de este trabajo. Con ello se mantenía y enriquecía la línea de investigaciones del Departamento de Historia y Teoría de Arquitectura de la Universidad de Chile, presente en numerosos seminarios inéditos y en algunas importantes publicaciones. Reflejando nuestra realidad geográfica con un norte, un centro y un sur, pero también con un litoral, a las ediciones ya aparecidas sobre la arquitectura andina, las haciendas rurales y la arquitectura maderera sureña (Chiloé, O sorno y La Unión), era indispensable agregar un estudio acerca de la arquitectura portuaria. La intención fue hacer algo sobre los puertos como ciudades, además de recintos portuarios, como instrumentos de ruptura de la insularidad nacional, como entes culturales con caracterís– ticas diversas a las de las comunidades de origen agrícola minero, como protagonistas socio– económicos de la república, como arquitectura y espacialidad urbana específica. En este contexto de intenciones, habría sido tal vez suficiente con ahondar en el entramado de las situaciones políticas y socioeconómicas de las que derivaron las principales ciudades portuarias del litoral chileno en el siglo XJX. Ellas son las que adquieren obviamente en esta centuria la categoría de ciudades puertos, no alcanzadas en sus primeros balbuceos coloniales. Sin embargo, para poder comprobar que las implantaciones urbanas del litoral, con los rasgos culturales señalados, se originaron casi exclusivamente en el siglo pasado y primeras décadas del actual, fue necesario remontarse a la ocupación del borde costero, a lo menos en el tiempo de la Capitanía General de Chile. Quedó descartado así, debido a la especificidad de este trabajo, un capítulo con la presencia aborigen en nuestras costas, aunque en los tratamientos del proceso de ocupación del borde de mar se mencionen algunas de sus agrupaciones étnicas. Chile fue uno de los territorios en los que la colonización se llevó a cabo fundamentalmente tierras adentro, merced a un encadenamiento de asentamientos rurales y urbanos de origen agrícola, minero o castrense. Diversas circunstancias, entre ellas las geográficas y la inseguridad de la navegación por el Pacífico sur hasta avanzado el siglo XVIII, fueron determinantes para esta especie de segregación del litoral. Aún así, resulta inexplicable la falta de interés de la Corona por crear enclaves marítimos sólidos. El proteccionismo ejercido en favor del Virreinato Peruano y su propio egocentrismo, explican este error estratégico del que como excepciones escaparon la plaza de Valdivia y las tardías fortificaciones de Valparaíso y San Carlos de Ancud. En el siglo XIX, en cambio, varias de las aletargadas caletas y fondeaderos que jalonaban el litoral alcanzaron en pocos decenios la prestancia de ciudades. Estas transformaciones se debieron tanto a los avances tecnológicos de la navegación y a las acertadas decisiones políticas de la época, como también a la participación de marinos, comerciantes avecindados, e inmigrantes de distintas nacionalidades. Su contribución fue decisiva para superar la hegemonía cultural de herencia hispánica-criolla, abriendo paso a través de las costas a una actitud más cosmopolita y progresista. 9
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