Ciudades y arquitectura portuaria: los puertos mayores del litoral chileno

Otra variable arquitectónica tradicional es la de un conjunto de edificaciones que, si bien fueron concebidas con una intención de exclusividad, de difícil reproducción y con acusadas influencias foráneas, están incorporadas históricamente a una ciudad. Sus estructuras han traspasado en el tiempo a distintas generaciones, inconmovibles a las transformaciones socioeconómicas y a los embates climáticos y geológicos. Algunos de ellos han sido escenarios de acontecimientos importantes para la ciudad, la región o el país, y cumplen rambién la función de transmitir la noticia o conocimiento de una a otra generación. Previamente acotados, aunque no por ello excluyentes, !quique, Antofagasta, Coquimbo, Valparaíso, Talcahuano, Puerto Montt y Punta Arenas como los lugares en los que debía centrarse la investigación, estos lineamientos conceptuales fueron necesa– rios a fin de enmarcar el campo de trabajo en su vertiente arquitectónica. La búsqueda y el análisis de las obras testimoniales quedaron delimitados en el pasado lejano hasta donde fuera posible, recorriendo enseguida una o más centurias, hasta dejar una distancia de poco más de medio siglo con los tiempos actuales, espacio necesario para que un modelo arquitectónico adquiera las cicatrices y la pátina propias de una mayoría de edad. Las respuestas a la hipótesis de la existencia de una arquitectura tradicional del litoral estaban entonces sujetas, por una parte, a los testimonios de las escasas obras realizadas con anterioridad a la República, pero fundamentalmente a las levantadas en el transcurso del siglo XIX y en las primeras décadas del actual, coincidiendo con el desarrollo de los cascos urbanos. En los últimos tres decenios, ciudades como !quique y Puerto Montt han experimen– tado fuertes transformaciones en su edificación. La ausencia de una conciencia colectiva se ha traducido en la inexistencia de una política coherente para la preservación de los valores tradicionales. Esto ha significado la pérdida de un segmento de su arquitectura local más representativa, agregándose a ello la falta en general, porque ha habido excepciones, de una integración armónica del presente con el pasado. El impacto se ha sentido con más intensidad en los núcleos centrales que en las áreas periféricas, que tienden a su vez a deteriorarse al ubicarse en una zona de transición entre un centro revalorado y las nuevas proyecciones urbanas en los sectores que fueron hasta hace poco los suburbios de las ciudades puertos. Los planos que resumen el desarrollo de las ciudades puertos incluidas en un capítulo precedente, ayudaron a delimitar el campo de trabajo, estableciendo una cronología de las áreas edificadas en las que el borde de mar, el casco central y sus alrededores inmediatos proporcionaron efectivamente los testimonios de mayor interés. Es necesario agregar que la diversidad programática de la edilicia portuaria es mayor que el de otro tipo de ciudades. Desde luego están aquellos edificios que son inherentes a cualquier concentración urbana: iglesias, hospitales, escuelas y liceos, viviendas de distintas categorías, mercados, bomberos, cuarteles, comercio, bancos, cementerios, teatros, industrias, etc. En el litoral se agregan además otras construcciones destinadas a aduanas, gobernaciones, recintos navales, talleres de mantención, astilleros, bodegas, 72

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