Ciudades y arquitectura portuaria: los puertos mayores del litoral chileno
de mediano o largo alcance, en sus distintas finalidades de transporte. Naturalmente que su propia configuración geográfica y ubicación estratégica en relación a los centros de producción y consumo, fueron factores determinantes en su etapa de consolidación y posterior desarrollo, en especial en los tiempos de la navegación a vela en navíos de madera. Es difícil imaginar ciudades portuarias preindustriales sin la presencia predominante de los barcos y sus tripulaciones, el despliegue de los aprovisionamientos para las largas permanencias en alta mar y el de los productos embarcados, sin olvidar la construcción de nuevos cascos y la mantención de los que estaban en servicio. Aún en el1900, la gran mayoría de las naves utilizadas en el cabotaje y travesías interoceánicas eran de madera. El diseño de las embarcaciones que vinieron de otros continentes al Pacífico o que se construyeron en sus costas no experimentó cambios importantes, salvo en el aumento del tonelaje, hasta la llegada de los clípers y los primeros barcos a vapor. Distinto fue el caso europeo, en el que gracias a la destreza y capacidad de sus proyectistas y artesanos se construyeron en el siglo XVIII galeones con estructuras renovadas y espléndidas termina– ciones derivadas de una estética barroca. Dentro de la modestia en el tonelaje y el equipamiento que caracterizaron a los veleros que corrieron las aguas chilenas, éstos llevaron generalmente inscritos en sus nóminas a lo menos un carpintero con herramientas y piezas de recambio, capaz de solucionar las averías en los cascos y arboladura, construir botes o fabricar muebles. El recambio de los mástiles o la construcción de una chalupa con los restos de un naufragio aparece repetidamente en los relatos de estos sucesos. Abandonando sus barcos, los carpinteros de mar, instalados por distintos motivos en las riberas después de la independencia, ejercieron muchas veces como constructores de bodegas, viviendas, hospitales, iglesias, etc. No es arriesgado atribuir en buena medida a estos artesanos la sustitución, en la arquitectura del litoral, de las pesadas y rígidas estructuras españolas de adobes y aparejo, por las versátiles y livianas tabiquerías o los primeros encerchados para los techos, versión simplificada de las recias cuadernas de los lanchones y goletas. Pero las figuras más trascendentes en el paisaje costero preindustrial, por su capacidad para alterar en un momento dado el futuro político y económico de una región, fueron los capitanes cie mar. Varias de las empresas encabezadas por estos navegantes tuvieron repercusiones directas o indirectas en la ocupación del litoral, en el destino de un fondeadero y de un puerto. Paradojalmente, el descubrimiento visual por un europeo del océano Pacífico ocurrió, de acuerdo a la versión histórica tradicional, desde tierra firme en las cercanías de la ciudad de Panamá. Desde este lugar se embarcaron Francisco Pizarra y Diego de Almagro hasta alcanzar las costas del Perú. El anónimo capitán del pequeño Santiaguillo que lo condujo hasta las playas del valle de Quintil, para abastecer a la gente de Almagro que había llegado a estas latitudes por tierra en el año 1536, fue el primer navegante que utilizó el fondeadero de Valparaíso, sin sospechar por cierto las proyecciones que alcanzaría el lugar con el tiempo. 21
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