Joaquin Toesca arquitecto y maestro

Por otra parte, no se disponía de un presupuesto estable que permi– tiera afrontar con cierta seguridad la ejecución de un plan de obras mínimo. Había un aspecto aún, que realmente le resultaba a Toesca abrumador; este era la indecisión en que se debatía de manera per– manente todo el aparato administrativo, hecho que hubo de provo– car, más de alguna vez, el viaje del arquitecto a Lima a fin de obte– ner directamente del Virrey la aprobación de sus proyectos. Tan poco alentador panorama no arredró, sin embargo, a Toesca. Su recia personalidad se impuso y el cúmulo de dificultades se transformó, más bien, en un reto a su capacidad. Se apl icó a su tarea con pasión e inteligenc ia. Joaqu In Toesca era portador de la cultura arquitectónica propia de todo profesional europeo. Estaba familiar izado con los estilos históricos y dominaba, de manera especial, el estilo de su época; siguiendo a su maestro Sabatini, se habla identificado con el movimiento que preconizaba el retorno a las formas clásicas, movimiento que habría de suceder, cronológicamente, al estilo ba– rroco. Su estadía en España le informó de la versión hispana de dichos estilos, que la Metrópoli había transmitido a tierra america– na durante la Conquista y la Colonia. Su viaje por la costa del Pací– fico añadió la interpretación americana del plateresco y del barroco, a lo que debió agregar el descubrimiento, para él, del arte prehispá– nico. En el momento de desembarcar en Valparalso, el 1° de Enero de 1780, estaba en condiciones de captar el vínculo existente entre la arquitectura chilena y sus fuentes más directas: en primer térmi– no, el foco cultural de España, geográficamente muy alejado, y lue– go, mucho más inmediato, el del Virreinato del Perú. Para el sensi– ble artista, fue evidente que no cabía desdeñar tales relaciones. Si bien parte de su labor profesional coincidió con el perío– do en que se desempeñaba como gobernador don Ambrosio O'Higgins, cuya gestión ha sido considerada como una de las admi– nistraciones más relevantes de la colonia, los comienzos fueron azarosos. Desde el primer trabajo que emprendió inmediatamente después de su instalación en Santiago, se hicieron presente los con– tratiempos que habían de enfrentarlo, sin eufemismos, con la escueta realidad chilena; una estructura en vías de desintegración poi ítica, vacilando al latente empuje de factores de índole econó- 12

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