Más comunidad más prevención: manual para gestión local de seguridad

Manual: Más Comunidad Más Prevención 9 Introducción A partir de lo expuesto, resulta fundamental para abordar y disminuir el crimen y la violencia en el corto, media- no y largo plazo, impulsar a nivel local estrategias coordinadas de prevención y control que permitan abordar los fenómenos desde distintos frentes e integrar diversas acciones. Lo planteado hasta ahora se desprende también de diversos estudios empíricos, por ejemplo, Hedderman (2011) y Jollife (2011), que han demostrado que el efecto disuasivo del castigo suele ser menos importante que las causas y condiciones profundas que influyen en la criminalidad y la violencia. Esto se debe a que en general los servicios del sistema penal entran en acción después de ocurrido el delito; a que la prevención terciaria – dentro de la que encuentra la reinserción social de los infractores de la ley-prácticamente no se desarrolla en la región; y a que no se estaría generando el efecto deseado que supone la teoría de elección racional, que plantea que los recursos punitivos generarían mayores costos a los infractores que el beneficio que les reporta volver a delinquir derivándose en un efecto disuasivo. A su vez, estudios de Estados Unidos (Sherman, y otros, 1997) han revelado que los planes y programas de prevención, orientados al desarrollo social, que se han implementado en el largo plazo (5 o más años), tienen efectos positivos sobre las comunidades y reducen los gastos de los sistemas sociales, médicos y legales. No obstante, la prevención por sí sola tampoco resuelve el problema de la violencia y la criminalidad, debido a que sus distintas formas de manifestación están influenciadas y circunscritas a contextos históricos, sociales y culturales particulares, los que, a su vez, estructuran y delimitan las formas de relación, más o menos violentas, que se dan entre los seres humanos. Esto quiere decir que tanto el delito como la violencia se manifiestan con dinámicas propias según el contexto en el que se sitúan, lo que implica múltiples causalidades, en distintos ni- veles, que se afectan unas a otras en un proceso de interacción constante. La literatura criminológica coincide en que las causas de la violencia y del delito son múltiples y se encuentran a nivel individual- familiar, comunitario, societal-local, societal-nacional y global. La constatación de que son múltiples las variables que inciden en la emergencia de conductas criminales y que, adicionalmente, esta influencia se ejerce de manera indirecta, concatenada, lleva a que se deba abordar el fenó- meno desde un enfoque epidemiológico . Esta perspectiva significa entender que las variables incidentes no son causa directa y su eventual influencia no determina la conducta humana. Las teorías sociológicas resaltan el lugar de la persona en determinada estructura social como determinante de su comportamiento, la importancia de considerar las áreas urbanas desorganizadas como impulsor de conductas tras- gresoras, la falta de oportunidades reales y cercanas; la débil y/o distorsionada socialización al interior de la familia, las escuelas y grupos cercanos, entre otras como factores sociales en las causas del fenómeno de violencia, temor y delito (Durkheim, 1893; Park, Burgess y McKenzie, 1925; Shaw, 1925 y Sutherland, 1924 en Siegel, 2007). Si hacemos eco de la teoría sociológica del crimen y el principio de la administración pública moderna, esta complejidad obliga al gobierno territorial más cercano a su inmediata participación y a considerar seriamente el enfoque epidemiológico.

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