Radio y cultura popular de masas

significaría dejar en manos de cualquier gobierno — y de cual­ quier signo— un cheque en blanco que usaría en su beneficio. La creencia en un Estado "por sobre toda sospecha"s garante del interés general, ha llegado a ser una cuestión dudosa. Así es como por exclusión, pero sin resolver el problema de fon do, que desde 1959 hasta 1970 la televisión funciona exclusiva­ mente al amparo de las Universidades. A poco andar esta carencia dió sus frutos. Las universidades, como podía preverse, no tenían un proyecto de comunicaciones que fuera más allá del modelo de "extensión universitaria", in suficiente para un medio de proyección nacional. El esfuerzo de improvisación, junto a la corriente modernizadora de la eco­ nomía, las llevó a tomar el modelo de la televisión comercial más influyente, la norteamericana, y a entrar en sus circuitos de distribución. Los capitales privados nacionales no necesi­ taron invertir en el montaje del nuevo medio, pero pudieron dis poner de él a través de la publicidad, y disponer por lo tanto de la programación. Por otra parte, la ley que en 1970 sanciona la existencia de la TV universitaria, autorizó la operación de un canal nacional-est tatal de amplia cobertura territorial. El financiamiento esta­ tal, insuficiente para la operación de la red, llevó a que el canal nacional también adoptara la forma de la televisión comer c i a l . El fenómeno resultante es llamativo: televisión comercial bajo el auspicio de las universidades y del Estado. La década del

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