Tendencias literarias emergentes

38 A N E X O N° 4 Tomás H a r r i s IN E D I T O TODOS LOS M U R O S E R A N E N C A L A D O S EN N U E S T R O S P U E B L O S FANTASMAS. Siendo Tebas el espacio de la tragedia, no estábamos en Tebas. Siendo Baden-baden el espacio de la inmolación no estábamos en Baden-baden. Callados para siempre bajo la sombra de un muro blanco y su tapiz de polvo, de de­ seos , de consignas eróticas. (Yo entonces recordé que Jean Genet quería que la representación teatral de Las Sirvientas fuera personificada por adolescentes pero en un cartel que permanecería clavado en algún vértice del escenario se le advertiría al público la investidura y la ficción). No estábamos en Tebas: había neones charcas de aguas muertas una esquina intransitable. Los cuerpos estaban muertos los cuerpos no estaban muertos. El lumíni co verde del Hotel King e r a el sol. Estábamos en nuestro propio pueblo no estábamos en nuestro propio pueblo. Los pueblos eran pueblos fantasmas. Los muros desolados sig­ nos del silencio. Por las noches comenzamos a imaginar­ nos cosas: los miserables mecanismos del sueño se oponen al dolor; un cartel que permanecería clavado en algún vér tice dei escenario se lo advertiría al público.

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