Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

122 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan como mixtos. Todos los entrevistados son personas jóvenes, entre 21 y 31 años, pese a que no se definió previamente un criterio etario, lo que motivó a esbozar una mirada de dicha participación política desde lo juvenil. Como técnica de producción de información se llevaron a cabo entrevistas en profundidad, las cuales fueron analiza- das mediante análisis de contenido. Un concepto central que orienta la investigación apunta a la noción de itinera- rio, la cual se puede comprender desde una mirada biográfica como “(…) un itinera- rio vital construido por elecciones y decisiones del individuo, pero bajo determina- ciones familiares o del entorno próximo, determinaciones estructurales del contexto amplio, y determinaciones de orden cultural y simbólico” (Casal, et al., 2006, p. 29) Asimismo, como ejes analíticos fundamentales de los relatos de los sujetos, la investigación se focalizó en tres aspectos de su trayectoria en tanto marcos compren- sivos: la familia, la escuela y el grupo de semejantes. El presente texto se estructura en una primera parte donde se dan cuenta los principales antecedentes teóricos para situar la problemática que articula el texto, luego un segundo apartado donde se dan a conocer los tres ejes de resultados de investigación, y finalmente un apartado de reflexiones finales y conclusiones. 1. Acerca de las masculinidades: características y relaciones. La masculinidad se define como “un conjunto de atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al varón en una conducta determinada” (De Keijzer, 2003, p. 2). El modelo hegemónico de masculinidad latinoamericano, en tanto esquema culturalmente aprendido, presenta al hombre como esencialmente dominante, estando al servicio para la discriminación y opresión tanto de mujeres como de varones que no se ajustan o adaptan a este modelo. Además, cabe destacar que dicha forma de socialización masculina de carácter hegemónica, construida cultural e históricamente, si bien posee variaciones en fun- ción de la clase, la etnia y la generación, siempre sirve de referente inclusive frente a formas de socialización marginales o alternativas. Este sistema de socialización se estructura como en oposición a lo femenino, constituyendo al varón como un sujeto que debe diferenciarse de las mujeres, de los/as niños/as y de los homosexuales (De Keijzer, 2003). Desde esta perspectiva se hace visible como dicho sistema de socialización de lo masculino se circunscribe a la lógica de articulaciones dicotómicas desde la cual los sujetos/as tienden a organizar su pensamiento y que inscribe dicho duopolio de características en el plano de la naturaleza, decantando desde ahí al plano del orden de las cosas y de lo inevitable (Bourdieu, 2000) La dominación y la subsecuente violencia es significable como un elemento constituyente de la masculinidad (Kaufman, 1999; De Keijzer, 2003); esta violencia

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