CENECA Distinciones (Cultura-Arte-Política-Filosfía)

2 fondo primordial de donde todo surge; la cultura se­ ría la transformación operada en ello por el hombre. De esta manera se identifica lo cultural con lo huma no entendiéndose al hombre como homo faber, como en­ te que modifica su realidad adaptándola a sus necesi dades. A su vez, el mundo aparece entendido como el entorno remodificado, el ambiente recreado y adapta­ do a las exigencias de la vida humana. La cultura sería como una manera de nombrar este mundo humano y por eso se la define como "lo creado por el hombre Pero la oposición entre cultura y naturaleza es pel i grosa y se presta para malentendidos serios respecto de las relaciones de hombre y ser. En efecto, si la cultura es lo humano y la naturaleza el fondo en que ésta surge, pareciera que lo humano fuera una suerte de epifenómeno de lo natural o, en todo caso, una es pecie de realidad sobrenatural en sentido estricto, insigne huida de un señalado ente que busca deslin­ dar su existencia de la influencia de las misterio­ sas fuerzas naturales. Sin embargo el hombre también es una fuerza natural y por consiguiente, la cultura que entra en el ámbito de sus acciones o productos, también pertenece a los fenómenos de la naturaleza. Esto, por supuesto, no quiere decir que la cultura se subordine a lo biológico o a lo ecológico sino simplemente que cualquier fenómeno real es por defi­ nición un fenómeno natural. No hay nada que escape a la naturaleza y por lo tanto, inclusive la histo­ ria humana pertenece a una especie de historia natu­ ral. Desde el punto de vista de la naturaleza, el hombre es una especie de moho que crece sobre la su­ perficie de la tierra por causas no diferentes de a­ quellas que motivan la aparición de otros fenómenos naturales, que vive durante un período limitado y que, de la misma manera como en un momento aparece, después de cierto tiempo, desaparece. Pensar hoy día al hombre como un ser cuya existencia se ubica más allá de los encadenamientos de los fenómenos natura­ les, es perfectamente mitológico (en el sentido peyó rativo): si se quiere entregarle su verdadera digni­ dad en el conjunto de los seres existentes, estamos

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