Del biombo a la cátedra: igualdad de oportunidades de género en la Universidad de Chile

Del Biombo a la Cátedra. Igualdad de Oportunidades de Género en la Universidad de Chile 131 sido el criterio de equidad social. Además, lo identifican como un tema relativamente nuevo en el debate universitario, por lo que no ha generado aún políticas específicas, aunque habría una voluntad positiva de hacerlo. En este sentido, romper la invisibi- lidad del tema aparece como requisito para sustentar una agenda proequidad: “En mi Facultad no se han hecho esfuerzos por contratar mujeres en general, pero sí se han contratado académicas jóvenes (economistas) en los últimos años. Una de ellas está pronta a ser profesora asociada. Hay un movimiento interesante, pero incipiente, de incorporación de mujeres, pero esto no ha correspondida a políticas específicas. En los cargos ejecutivos de la carrera funcionaria, no académicos, hay más mujeres, por ejemplo la directora de control de gestión. También hay mujeres profesionales jóvenes en distintos roles, por ejemplo en el programa de escuelas públicas” (Decano) “Sobre políticas de equidad no hay una respuesta fácil. Me gusta la idea de los americanos de que a igualdad de condiciones se contrata a integrantes de los sectores subrepresentados” (Decano) En torno a esto, las autoridades superiores argumentan que las desigualdades de género en la Universidad responden a tendencias generales de la sociedad que se replican en su interior y advierten que se están produciendo cambios positivos en las relaciones de género que también impactarán en la vida universitaria: “Chile es un país muy machista y la Universidad de Chile no puede sustraerse a esta realidad (…) Chile tiene una de las tasas más bajas de participación laboral de mujeres (Decano) La menor presencia de académicas mujeres en la Universidad se atribuye a razones históricas “de arrastre”. Dado que muchos(as) de las autoridades tienen largas trayec- torias en esta casa de estudios, sus comparaciones aluden a tiempos pretéritos en los que la situación era “mucho peor” y destacan que esta ha ido mejorando paulatina- mente en las distintas Facultades y en la matrícula de pregrado. De esta manera se valoran, por una parte, los avances que se han ido verificando en la Universidad y que redundan en mayor equidad de género y, por otra, los cambios sociales y culturales que apuntan en el mismo sentido y que, a la larga, impactarían en la Universidad. Estos cambios son independientes de las políticas que se impul- san, lo que permite entender la ausencia del tema entre las prioridades de la agenda institucional: “La situación ha ido cambiando, imagínese que el año 2002 al asumir como Decano elegido encontré que no había baños para las académicas, sino solo para alumnas y funcionarias, yo instalé los baños (…). Durante mis estudios tuve una sola profesora, la gran mayoría eran

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