América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

188 electorales libres, limpios e internacionalmente supervisados en todos los países del área. -Fin de la violencia política armada por medio de acuerdos negociados con verificación internacional en El Salvador y Nicaragua, y avance sustantivo aun– que gradual de la negociación entre el gobierno y la Unidad Revolucionaria Na– cional Guatemalteca (URNG), en Guatemala. -Entrada en funcionamiento del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), al tenor de lo dispuesto por el Protocolo de Tegucigalpa de 1991, cuyo objetivo principal es consolidar una región de paz, libertad, democracia y desarrollo. -Adopción de una estrategia regional centrada en torno al concepto de desa– rrollo humano (Alianza para el Desarrollo Sostenible, Alides) en Nicaragua, en octubre de 1994. De igual manera, los indicadores de inversión y producción son estimulantes. Aunque modesto, todos los países del área han experimentado un repunte en el crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIS). El desempleo abierto se ha reducido. El déficit fiscal está siendo drásticamente controlado por la vía del re– corte del gasto público y se han introducido reformas sustantivas al Estado que, gracias a la modernización de las estrategias de desarrollo y redefinición de fun– ciones para las entidades gubernamentales, permiten un manejo más eficiente de los asuntos públicos. Todo lo anterior, sin embargo, no debe ocultar el hecho de que más del 70 por ciento de los centroamericanos vive aún bajo la línea de pobreza, la mayoría en una situación de pobreza extrema. El analfabetismo promedio afecta al 50 por ciento de los habitantes del istmo, y los índices de salud -tradicionalmente muy bajos, exceptuando a Costa Rica y Panamá- continúan ubicándose entre los me– nores del continente. En lo político, las frágiles democracias se ven cotidianamente amenazadas por las acechanzas de la ingobernabilidad, la impunidad, el militarismo y el narcotrá– fico. Esta inconclusa transición desde una cultura de la violencia hacia sistemas políticos pluralistas y tolerantes, explica mucho la incapacidad de la mayoría de los países para consolidar esquemas verdaderamente participativos, en los que la sociedad civil juegue un mayor papel en el proceso de toma de decisiones'. Las graves violaciones a los derechos humanos también ponen en cuestión la solidez de la democracia y ratifican la necesidad de continuar el proceso de depuración institucional y desarrollar uno de profesionalización, especialmente en los países

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