Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

sexualidad en nuestra cultura, tales corno el dolble sentido, los chistes "cochinos", la literatura y los filmes eróticos y pornográficos, entre otros; lenguaje que nos confrontaría al tema de las representaciones y los símbolos asociados a la sexualidad, así como a su aprendizaje no verbal. Por último, en el tema de la prevención respecto a las enfermedades de transmisión sexual y el Sida queda de 1nanifiesto que tanto las primeras co1no el segw1do no constituyen ningún "fantasma" para lamuestra de esta investigación, no hay un ten1or real alcontagio. La figura más importante aquí es la relativa a la noción de que "eso le pasa a otros no a mí", dada por una autopercepción de las personas como fieles a sus parejas. La fidelidad será la gran tabla de salvación: el detente, la protección y la prevención contra el Sida. Corolario de ello, será la amplia opinión, el 85% de los encuestados, de que el condón es innecesario. Que las personas no fantasmeen con el peligro de un contagio es te1natizado por los entrevistados con la idea de que el instinto sexual esn1ás fuerte que cualquierrazón, la atracción y la fantasía erótica nublan todo miedo. La frase a que aludimos al comienzo "Los chilenos somos más al lote que los gringos", es una metáfora, a mi juicio, en donde espejea ese doble juego de lo erótico como vida y como 1nuerte. Podríamos decir que como cultura estadamos mucho más cerca de ese lado nocturno de la sexualidad. Sermás al lote, es sermás descuidado, más descuidados en este caso con las consecuencias mortales que nuestro deseo desbordado puede tener. Chilenos, entonces, temerarios y beróicos. Pero junto a ello está el discurso de la fidelidad, deno ser pro1niscuo, ni liberal, ni gozador, ni incauto corno se piensaque son aquellos quepueden contagiarse. Fiualmentequeda de manifiesto, al leer lavaliosa investigación e1nprendida porEduk, que es necesario avanzar en dos ámbitos ligados al tema tratado. Por una parte, profundizar interdisiciplinaiian,ente en los pliegues y repliegues de la sexualidad en Chile, en sus vínculos con el erotismo y el amor, puesto que " sexo, erotis1no y amor son aspectos del mismo fenómeno, mailifestaciones de lo que llamamos vida" (Paz); y por otro lado, el de propiciar políticas públicas que inforn,en y difundan las distintas alternativas de prevención de enfermedades, pero yome atrevería decir, no sólo de enfermedades ligadas a lo sexual, sinoque también a otras, por ejemplo las relacionadas a Ia polución, que pueden ser tan mo1tales y epidérnicas como éstas. Lo auterior evitaría centrar nuestra mirada sólo en un espacio de dolencias y quizás pennitiría ampliar la visión hacia el concepto mismo de prevención, a esa idea de ser "al lote", a esa tentación -siempre presente- de juguetear con la muerte. 187

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