Aisén Reserva de Vida: testimonio de un arquitecto activista ambiental formado en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile

173 Peter Hartmann Samhaber L o mínimo que nos exige la ética es ser coherentes con lo que proponemos y pretendemos como modelo ‘Aisén Reserva de Vida’ y dar el ejemplo. Pedir, o pretender, que otros experimenten lo que uno mismo no es capaz de hacer, es bastante fácil. Eso como dirigente, como líder y hasta como arquitecto. El ser coherente es un desafío a veces bastante complicado, de hecho, cuando se maneja tanta información de todo lo que es malo para el ambiente y uno mismo, y se está inserto en una sociedad que lo que pretende es que consumamos todo eso sin miramientos éticos, y que vivamos de forma entrópica, es a veces casi imposible. Así es como uno intenta ser lo más coherente posible, pero suelen quedar muchos desafíos pendientes. Ser coherente no solo implica navegar contra la corriente, sino además obliga a ser creativo e innovador. Aparte de eso está el tema de cómo se trasciende y como se transmite a otras personas. En todos estos años de trabajo y propuesta hemos experimentado con nuestra forma de vida, con nuestra vivienda, con la alquimia de la cocina, con eso de mente, corazón y manos, con nuestra forma de organizarnos y comunicarnos. Así, por ejemplo, el aprender de todos los problemas que provoca la producción de aluminio, nos hizo evitar en lo posible su consumo. El aprender sobre los transgénicos, los aditivos y la industria de los alimentos, nos hizo ser selectivos en su consumo e intentar de producir algo de nuestro alimento. El aprender sobre el tema de los deshechos nos llevó a aplicar las 5 R (rechazar, reducir, reutilizar, reparar y reciclar (Alquinta, A.M, Farías, C. y Soto, F., 2003) y, por cierto, a “compostar”. El observar cómo en el campo y aldeas la gente hace su pan, nos hizo CAPITULO 7 LA COHERENCIA

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=