Casas patronales : conjuntos arquitectónicos rurales

LUGARES DE USO PRIVADO LA CASA DEL PATRON En el lenguaje campesino se hacía hasta hace poco tiempo, una cl9ra diferencia entre "Las Casas" o "La Casa" . Al referirse a "Las Casas", el hombre de campo señalaba el conjunto de las edificaciones, y a lo que podía suceder en cualquiera de sus partes, o sea, a las "Casas Patronales". En cambio, al hablar de "La Ca– sa", estaba indicando el edificio principal del lugar, la residencia del propietario, del patrón y de su familia, y el ámbito físico de aquellas actividades a las que se siente directamente ligado: su vivienda con sus depen– dencias, el jardín, los patios interiores, el huerto y los parrones. La Capilla, las pesebreras, el corralón y las bodegas están en muchos casos integrados o muy cer– canos a la Casa . La casa patronal fue el centro operacional de la Ha– cienda, y su ubicación era en lo posible equidistante de las variadas actividades interiores o de campo, que allí se desarrollaban . Como estos asentamientos agrícolas albergaban un grupo humano numeroso, de tipo patriarcal, que incluía no sólo al tronco familiar origi– nal sino además a una nutrida descendencia, a los tra– bajadores del campo y sus parientes, a los empleados del servicio, a los trabajadores temporales, a las visitas veraniegas, etc .; el edificio ofrecía necesariamente una cantidad de recintos que satisfacían las necesida– des de habitación, alimentación, diversión y trabajo de esta gran familia campesina. El programa arquitectónico que se resuelve en la Casa, es por lo tanto complejo y variado, y lo usual es que el proceso constructivo se realizara por etapas, condi– cionadas tanto por el aumento y diversificación paula– tina de la explotación agrícola, como por las necesida– des de un círculo familiar cada vez más extenso, que si bien podía no residir permanentemente en la Hacien– da, acudía a ella por largas temporadas en toda oca– sión que fuera propicia. En la mayor parte de los casos, en particular en aquellos que se originan en el siglo XVIII y principios del XIX, la Casa es el resultado imprevisto de una serie de variables, por lo que es aventurado establecer, a lo menos en sus aspectos planimétricos, un padrón unifi– cador. Esta condición evolutiva trae consecuencias en su expresión final, tanto en lo formal como en lo espacial, 34

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