Casas patronales : conjuntos arquitectónicos rurales

LOS CONJUNTOS ARQUITECTONICOS MAGNITUD E INFLUENCIA "Las grandes explotaciones agrícolas que recibían el nombre de Haciendas, ocupaban todavía a comienzos del mil novecientos, un 89% de la tierra cultivada, es decir, 10.377 .000 sobre 11.675.500 hectáreas de la zo– na comprendida entre Coquimbo y Biobío, distribuidas en 5.396 propiedades superiores a 200 hectáreas, 1.507 de las cuales contaban más de 1.000 hectáreas, no siendo despreciables las superficies regadas que alcan– zaban en Aculeo a 3.409 Hás. , en Almahue a 2.500 Hás., en Esmeralda a 2.993 y en el Huique a 1.000 Hás ." (1). Estas cifras son reveladoras en cuanto a la extensión y calidad de las tierras que albergaban a estos complejos arquitectónicos que son las casas patronales , reflejo de una estructura económica y social que ha tenido una influencia determinante en la historia del país . "La ha– cienda como organización social ha predominado en el sistema agrícola chileno, y su expresión en cuanto a la ·organización espacial en lo que significan las casas ha sido una original respuesta a esta situac ión ; la hacien– da chilena llegó a su completo desarrollo y sobre ella se organizó la vida entera del país." (1 ). Al referirnos a lo que hemos llamado Casas Patronales, queremos señalar a esos conjuntos arquitectónicos ru– rales compuestos por viviendas, bodegas, pulpería , servicios, iglesia, explanada , jardines, patios, huerta, parrones, corralones, etc . que conformaban el asenta– miento de los habitantes de las haciendas del centro norte de Chile, y que la gente de campo llama " las ca– sas". Son conjuntos arquitectónicos rurales porque se dan en el campo, y porque a lbergan las más diversas actividades relacionadas con la existencia de una co– munidad , que van desde la más elemental que es el habitar, hasta las más complejas como son las reli– giosas, las fiestas populares, y toda la gama de rela– ciones que se generan en un conglomerado social, y porque en el los se hacen evidentes los diversos niveles de una jerarquía que establece un orden arquitectóni– co, un orden económico, un orden socia l y un orden de trabajo. Desde el dueño de la tierra que dirige las labores agrí – colas y que en el orden espacial está representado en su vivienda y su patio ajard i nado con el lugar central , hasta el inquilino que con la suya conforma el borde 12 del conjunto , pasando por el mayordomo y la oficina, el llavero y las lloverías, el bodeguero y las bodegas. Estas casas, que fueron sin duda una solución ade– cuada para este tipo de unidad social y productiva, constituyen un todo arquitectónico orgánico , en el cual los elementos que la componen responden con clari– dad a las determinantes físicas que las han originado , y a una forma de vida modelada en función de la organi– zación del trabajo . Se crearon así estos vastos comp le– jos espaciales, que examinados en el momento actual , permiten aún reconocer en ellos valores de una sabia manera de asentarse en un lugar, en forma a la vez or– ganizada y creativa . Claudia Gay, un testigo presencial, al referirse a me– diados del siglo pasado a las haciendas y a sus casas, señala que ... "muchas de ellas forman hoy como for– maban entonces verdaderas colonias agrícolas que sin contar los peones, encierran algunas veces más de 4.000 personas, unas como inquilinos obligados a prac– ticar ciertos trabajos de servidumbre y otras como arrendatarios mediante el pago de una renta" . (2). El texto de Gay, a más de ilustrativo, establece con clari– dad que este tipo de conjuntos rurales es muy anterior a la época de su calificado testimonio. Pese a los reconocidos esfuerzos fundacionales de las autoridades coloniales del siglo XVIII, y al relativo de– sarrollo que estos asentamientos urbanos alcanzaban en la primera mitad del siglo pasado, puede decirse al analizar las ciudades chilenas del siglo XIX que su con– solidación era aún incompleta, y que mayoritariamen– te la población no se agrupaba en ellas, siendo San– tiago y Valparaíso las únicas claras excepciones a esta situación. "Melipilla es pequeña aldea a algunas millas de dis– tancia de Santiago; pero donde sin embargo hay dos conventos y un colegio , construido por los jesuitas. Rancagua, situado alrededor de 25 millas al Sur de Santiago, es un pueblo insignificante, famoso por una batalla entre los patr iotas y los españoles . Allí hay dos conventos . San Fernando es una de las ciudades agrí– colas del país . Se calcu la su población en cerca de seis mil habitantes . Entre los edificios sobresa len dos igle- ( 1) Moc Bride , Jorge: " Chile: su tierra y su gente ", segundo edi– ción, ICIRA, Santiago , Chile. Moyo 1973. (2) Go y, Claudia : " Lo agricultura chileno " . Reedición , IC/RA. No– viembre de 1973.

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